He leído con
mucho entusiasmo, el libro escrito por Guillermo Parvex, titulado “UN VETERANO
DE TRES GUERRAS”. Es un libro biográfico, editado por la Academia de
Historia Militar, que nos relata en sus 478 páginas, las vivencias del abogado Miguel
Ángel Varela Arancibia que voluntariamente, se enlistó a los 22 años de edad, en
el Regimiento Cazadores, para ir a combatir en la Guerra del Pacífico.
Es un libro escrito en primera persona, donde su autor nos transcribe las
vivencias estampadas en las notas que fueron escritas por Miguel Varela durante
gran parte de su vida. Nos relata sus experiencias en el Santiago de antaño, su
participación en las diversas campañas bélicas durante el conflicto de la
Guerra del Pacifico, concluyendo esta etapa, con la misión entregada por el
Comandante en Jefe del Ejercito de ocupación y Gobernador del Perú,
Vicealmirante Patricio Lynch S., de ser el Oficial que tuvo, junto al
administrador de la Biblioteca Nacional de Lima, la responsabilidad de realizar
el inventario de la biblioteca y seleccionar los libros que fueron traídos al
país.
Ya de vuelta en
Santiago, es destinado al Regimiento
Húsares de la ciudad de Angol, localidad donde se establece para continuar con
su vida militar y familiar, alejado de los acontecimientos de la gran capital.
En el contexto de su nueva vida en el sur del país,
conoció al hermano del Presidente Balmaceda, don José Rafael Balmaceda
Fernández, quien fue el interlocutor, para ser designado como delegado del
gobierno, para instaurar y dirigir la Comisión Repartidora de Tierra,
entremezclándose su actividad, con la pacificación de la Araucanía, que llevó a
cabo el Ejército.
Ejerciendo esta función, lo sorprende la Revolución
de 1891, enlistándose en la fracción del Ejército que apoyó al Presidente Balmaceda.
Fue herido en la batalle de Placilla y con la ayuda de un subalterno, alcanzó escapar
en dirección a Santiago. Mientras curaba sus heridas, es buscado por la
policía, como un forajido por haber participado en la facción leal al gobierno.
Fue despojado de su grado militar, de sus medallas obtenidas en combate y de
los estipendios que le entregaba el estado.
Reincorporado a la filas de su Institución con el
grado de Teniente Coronel del arma de Caballería, vistió su uniforme por última
vez como veterano de la Guerra del Pacifico, en los desfiles militares realizados
en Santiago, con motivo del centenario de la República. Fue en esta actividad,
que pudo darse cuenta de las miserables condiciones de vida, que tenían la gran
mayoría de los ex-soldados que habían participado en la guerra.
Desde la perspectiva personal, nos cuenta su
incursión como profesor de Historia, Francés y Castellano en el Colegio de
Preceptoras del Sagrado Corazón de Jesús de Santiago y, posteriormente, en el
Liceo de Hombres de Temuco en la cátedra de Francés. Los frustrados noviazgos
que tuvo antes de partir al conflicto, su matrimonio con la hija del Cónsul de Chile
en Messina y Reggia Calabria, la crianza de sus hijos, el sufrimiento llevado
adelante por la grave enfermedad de su señora y del cariño que tenía por los animales.
Asimismo, el libro nos presenta una faceta
filantrópica de Varela, al haber sido el formador y principal propulsor de la
instauración de la Sociedad del Liceo Particular de Niñas, El Club Social de
Angol, La Liga Protectora de Estudiantes Pobres, la Sociedad Filarmónica de
Angol, entre otras beneficencias.
En síntesis, es un libro ameno de leer y está
escrito en un lenguaje armonioso, lo cual permite al lector, situarlo en el
lugar del protagonista, haciéndolo partícipe de sus vivencias en los
campamentos militares, en los penosos enfrentamientos durante la revolución,
como también, nos sitúa en sus desgracias vividas después del conflicto
revolucionario. Pero como no todo puede ser ignominioso, también nos produce
alegría cuando participamos junto a Miguel, de sus gozos familiares y del
cariño por sus animales.
Me convenciste, lo leeré en las vacaciones
ResponderEliminarMuy buena la reseña y la crítica, casi como Ignacio Valente