La Policía Municipal en el conflicto bélico del Pacifico
Mientras tanto, Bolivia había
suscrito con Perú el 6 de febrero de 1873 en la ciudad de Lima, un pacto
secreto denominado “Alianza Defensiva”, también conocido como el “Tratado Rivas
Agüero – Benavente” cuyo eje central era la ayuda militar en la defensa de toda
agresión externa que tuviera cualquiera de los países signatarios de la
alianza.
Cinco años después que se firmara
el tratado, el Gobierno de Bolivia regido por el General Hilarión Daza, decretó
unilateralmente el alza en los gravámenes al salitre que se importaba,
perjudicando a la industria nacional instalada en la zona norte del país. Al no
ser acatado por el Gobierno Chileno este impuesto, por considerar que infringía
el artículo 74 del contrato suscrito entre ambos estados en el año 1874, Bolivia
propuso el remate de la mayor empresa chilena del rubro, la “Compañía de
Salitre y Ferrocarril de Antofagasta”.
La subasta había sido fijada por
las autoridades de Bolivia para el 14 de febrero del año 1879, recalando en ese
día en la bahía de Antofagasta tres buques chilenos, los blindados Blanco
Encalada y Almirante Cochranne y la Corbeta O’higgins. Una vez que la población se dio
cuenta de la presencia de los navíos nacionales y ya avanzada la jornada, se
dispersaron por el litoral, tomando posesión de los puertos de Tocopilla y
Cobija el primero, en tanto que la última hizo lo similar en Mejillones. Al
mismo tiempo, el acorazado Almirante Crochanne, desembarcó al mando del Coronel
Emilio Sotomayor Baeza, una compañía del 1º de Línea y una compañía del
Regimiento de Artillería de Marina, ocupando la ciudad de Antofagasta sin
contratiempo, impidiendo a la vez, el remate de la oficina salitrera.
Al día siguiente de haberse iniciado las campañas
bélicas en el norte del País (5 de Abril de 1879), el Intendente de Valparaíso
Egidio Altamirano puso a disposición del Ministerio del ramo, la Guardia Municipal
compuesta por 300 hombres, conformando el Batallón Valparaíso que al mando del
Coronel de Ejército Jacinto Niño (1825-1881), se unieron al Ejército en la
movilización militar hacia la zona norte del País.
Lo propio hizo días después la Guardia Municipal
de Santiago. Organizó con sus 500 efectivos policiales el Batallón Bulnes al mando del Teniente Coronel de Ejército José Echeverría y, al igual que su
símil de Valparaíso, viajó al norte para integrarse a las tropas nacionales
acantonadas en Antofagasta.
A este último, le cupo una
brillante participación en las acciones castrenses. Estuvo en la ocupación de
Calama, Arica, Pisagua y en la batalla de Dolores por nombrar algunas, sin
embargo al no haber perdido su carácter esencialmente policial durante
las escaramuzas bélicas, al Batallón Bulnes le depararía una de las más
meritorias acciones en la ocupación de Lima.
El corresponsal en campaña del diario “El Heraldo”
Daniel Riquelme, así relató los acontecimientos: “Las familias habían huido de
Lima, primero porque se daba por un hecho el asalto y fuego de nuestras tropas,
y después cuando ya se tuvo la seguridad de la suspensión de las hostilidades,
porque Lima sufrió la afrenta última que le faltaba en su desgracia: un
levantamiento interno con horrores indecibles.
Los disparos de la batalla
llegaron aquí como si hubieran entrado a Santiago, sin Dios ni ley. Robos,
incendios, persecuciones, asesinatos en la calle pública, nada faltó al
desborde de las mas bajas pasiones, que durante una noche, como oleada de cieno
y fuego, corrió por toda la ciudad”
Como consecuencia de este
requerimiento, el General Manuel Baquedano dispuso que el Batallón Bulnes
dejara de ser una fuerza militar y recobrara su identidad policial entregándole
la responsabilidad de recuperar y mantener el orden de la capital Peruana
y sus alrededores. Al mismo tiempo, a su Comandante el Teniente Coronel
José Echeverría Lazo lo invistió con el grado de Prefecto de Policía y lo
designó Vocal del Tribunal Militar de Lima.
En el Álbum Grafico
de la Policía de Santiago, Honorato y Urzúa nos reseñan esta
experiencia: “A la sombra del pabellón del Bulnes, Lima recobró su tranquilidad:
los habitantes volvieron a sus hogares; su honra y sus vidas quedaban
garantidas y recobraron, en cuanto fue posible, sus bienes robados por sus
propios conciudadanos.”.
Terminada la guerra del
Pacífico el 20 de Noviembre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón, el país
experimentó sustanciales cambios geográficos, políticos y sociales. Se anexaron
las provincias de Tarapacá y Antofagasta al territorio nacional, se incorporó
definitivamente la zona de la Araucanía y los territorios al sur de
la ciudad de Temuco, como es Valdivia y Osorno al territorio nacional (1884),
se promulgaron la Ley de Registro Civil y del Matrimonio Civil, se
suscribió un tratado de tregua con Bolivia y se construyó el ferrocarril
en la Araucanía.
Notas:
1.- La fotografía corresponde
al Comandante del Batallón Bulnes y posterior Comandante de la Policía de Santiago don José Echeverría.
Extracto
de mi Libro
“Policías
y Carabineros, la docencia a través de la historia”
No hay comentarios:
Publicar un comentario