Antes de comenzar a exponer en este blog los diversos trabajos culturales, históricos, fotográficos etc., he considerado previamente publicar una breve reflexión del concepto de belleza o fealdad.
En el concierto que los valores por si solo no existen, sino que son adjetivos de una cosa, podemos señalar con justa razón que son los que nos dictan nuestro proceder en la vida, pues son nuestros propios valores -que tienen la particularidad de ser individuales y personales-, los que nos imponen los actos que diariamente realizamos, por consiguiente, cada hecho procede de un determinado valor.
Siendo de este modo que se diseñan las actitudes, entonces podemos señalar que los atributo de belleza o fealdad con que cataloga un objeto o una expresión, es un concepto que por si solo carece de toda veracidad ya que lo expuesto forma parte del objeto que el hombre está calificando.
Los atributos aquí analizados, son muy estudiados en la disciplina filosófica de la estética y los eruditos han definido a la belleza como una extensa experiencia sensorial, donde los sentidos de la visión, el tacto, el auditivo y gustativo tienen un factor predominante en la clasificación del objeto. Sin ir mas lejos, Tomás de Aquino definió lo bello como algo que agrada a la vista, coligiéndose por lo tanto, que la belleza es una percepción que fluctúa en un perfecto equilibrio entre la armonía y la naturaleza.
Continuando en esta línea, tenemos ahora que lidiar con las calificaciones que los hombres puedan atribuirle a un objeto. Las expresiones que cotidianamente hacemos “…este cuadro es feo o esta escultura carece de belleza armónica”, lo hace desde su propia perspectiva valórica y esta afirmación no quiere decir que el objeto sea realmente así, sino que para su especial percepción de ese objeto es así, sin embargo el colectivo no necesariamente puede y debe utilizar el mismo criterio para calificar el mismo objeto.
Por lo tanto el concepto de belleza o fealdad es un concepto relativo pues para el cuerpo social no es lo mismo, sino que cada uno en su fuero interno puede apreciar la belleza o fealdad.
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